L.C.-¿Cómo organizás el día laboral?
P.- A la mañana preparo los cubanitos. Todo lo compro: el dulce de leche y la masa. Tengo proveedores milenarios que me aguantan y los aguanto. Según el caso. Mientras preparo la mercadería, voy cantando. Es una forma de generarme buen ánimo, cosa de salir bien a la calle y me pongo la ropa de vendedor. Generalmente, cuando en mi casa quiero decir un cuento, no me sale tan bien como cuando lo cuento como vendedor. Sacandome la ropa soy otra persona. Si puedo analizo lo que tengo que hacer
durante el día y ¡qué sea lo que Dios quiera!. Donde no puedo faltar es en la escuela y sino los chicos me dicen: "¡eh! Pirulo ¿qué te pasó?, me gasté la plata" Entonces me veo obligado a ir. Valoro mucho mi trabajo, sino fuera así, no lo haría ni me gustaría. En estos años de cubanitero, todo lo que aporté a mi oficio, a mi manera de ser ha sido para bien. El solo hecho de venderle un cubanio y decirle una cosa agradable a un chico es una satisfacción para mí.
Entre tantas satisfacciones que tuve, me acuerdo de una muy especial: Cuando mi mujer sufrió un ataque y yo trabajaba en la playa, el dueño de un negocio me preguntó:"¿Que te pasa Pirulo? te veo haciendo tus locuras de siempre y tus ojos dicen lo contrario".
Mirá-le dije-anoche le agarró el primer ataque cerebral a mi Mujer y quiero trabajar para que no le falte nada. Vos podés creer que el tipo abrió la caja y me dijo: "Tomá, agarro todo y llevalo"...Esas son satisfacciones que te da la vida...
Extraído de la Revista Las Calles de San Martín (septiembre del 88)
En los recuerdos habita nuestra infancia.
Y en ella está Pirulo.
Y en ella está Pirulo.
jueves, 2 de abril de 2009
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