En los recuerdos habita nuestra infancia.
Y en ella está Pirulo.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Cantá pibito cantá


(*)Los veraneos en Río Ceballos sí que eran veraneos, disfrutabas desde las sierras hasta el burro que se empacaba. El sol olía distinto, el agua era la más fresca de todas las aguas y cuando llovía escuchabas al Viejo cantar tangos.
En esa época, sin televisión y rodeada por señoras mayores irme al Jardincito de invierno hamacarme en el silloncito mientras escuchaba el llamado de: "Muchachos hoy que es noche clara y estival...invito a toda la barriada a recorrer..." era después de todo un veraneo especial sobre todo si llovía.
El eco de este pasado me viene despues de entonar mientras me duchaba uno que otro tanguito. Me viene al pensar como Pirulo me enseñaba lo que él estaba aprendiento:
Colocar la voz, respirar diafragmáticamente.
Lo recuerdo haciéndome acostar y mostrarme cómo respirar igual pero parado.
Siempre ensayaba un repertorio nuevo, probaba con tangos que le sentaran a su registro de barítono y programaba futuros ensayos con Alvarado un maestro al que le pagaba todas las semanas para que lo asesorara en su repertorio ¡todo un profesional!
Recuerdo acompañarlo en sus citas (no siempre claro) al estudio que quedaba justito enfrente del Teatro San Martín en la calle Sarmiento. No sé si seguirá existiendo.
Había un bar y abajo toda una serie de estudios para grabar o ensayar, sí ahí era.
Él ejercía de padre casis instintivamente y no lo sabía, ni yo lo sabía.
Me enseñó todo lo que pudo o mejor dicho Hoy me doy cuenta de todo lo que me enseñó porque hasta cuando me baño y canto recuerdo sus lecciones y ¿eso es bueno no?
(*) Pirulo en la Casa del Tango